martes, 28 de abril de 2009

Gray´s family

Qué experiencia maravillosa! Durante el road trip que llevé a cabo de norte a sur de EEUU, tuve la estupenda oportunidad de conocer a esta familia. John y Sarah y sus tres joyitas, tres niñas a cual más inteligente que la otra.




Era nuestra primera parada, la primera noche, decidimos hacer escala en Louisville, Kentucky. Nos dirigíamos hacia las Smoky Mountains, elparque natural más visitado de Norteamérica. Había contactado a Jonh a través de mi adorado proyecto couchsurfing. Sólo ibamos a pasar una noche en su casa. Él y Sarah decidieron organizar una BBQ en nuestro honor.
Por la mañana, mientras yo estaba todavía trabajando, habíamos previsto salir sobre las 3 para estar a las 8 en Louisville, Juan y Martin, mis infatigables compañeros de carretera, tuvieron un problema alquilando el coche. Nuestra reserva no era válida, el tipo de la agencia, seguramente por racismo, no nos quiso aceptar la tarjeta de crédito española y tuvieron que irse de Downtown al aeropuerto de Midway en el sur de Chicago. Allí, finalmente consiguieron un coche a buen precio, un híbrido, motor eléctrico combinado con el tradicional motor de gasolina, el oro líquido causante de las guerras instauradas por todo el planeta por los americanos. A este punto, debo hacer un inciso y contar que el litro de gasolina cuesta aquí en los EEUU entre 30 y 50 céntimos de euro. Mientras que en Europa lo pagamos a 1.30 $ los afortunados que vivan en países baratos. Pero bueno, la cuestión de cómo consiguen establecer estos precios ínfimos merece otro capítulo.
Retomando el hilo, a causa de estos problemas, llegamos a casa de los Gray casi a la 1 de la mañana, por lo que evidentemente la fiesta-BBQ había terminado. Aún así nos ofrecieron una degustación de bourbon de Kentucky. En el mueble bar tenían unas 2o botellas diferentes. Estuvimos parloteando hasta las 3 de la mañana. Todos estábamos muy cansados y elbourbon empezaba a hacer sus efectos narcolépsicos.
Nos acomodaron en la parte de abajo del chalet, la zona de invitados. Sofá gigante, tele enorme, mesa de ping-pong, baño para nosotros y una habitación. ¿Qué más se puede pedir como huesped?
Aprovechamos las dulces horas de sueño merecidas. Pero conla excitación del viaje no fui capaz de dormir hasta más tarde de las nueve. Sólo habíamos establecido una norma para este viaje. No estrés!

Pasamos la mañana con Devon, la pequeña de las tres niñas. 12 años. Jugamos al ping-pong ( los que me conozcan bien sabrán que me encanta este jueguecito). Estuvimos alrededor d el apiscina aún vacía, comenzamos a sentir los primeros rayos de sol primaverales que se rezagaban en llegar a Chicago, donde aún reinaba la ley del invierno. Nos ofrecieron el jacuzzi a cielo abierto...
en fin, qué más se puede pedir?
Sarah salió para invitarnos a entrar en la cocina y desayunar. Nos preparó en un plis el tipical tipical american breakfast. Pancakes (tortitas) con fresas, nata, chocolate chips, sirope de arce.... el paraíso, ( para a quien le guste el dulce por la mañana), mi corazón se conquista con una simple y añorada tostada con aceite de oliva.
Acto seguido ella debía partir. Nos dejó sólos en la casa con Devon, una niña de doce años. Nos dejo sólos, a nosotros, tres extraños de España y Francia a los que sólo conocía desde hacía unas horas, de los cuales no tenía ninguna referencia ni información de contacto. En un chalet lleno de obras de arte y artículos de valor, una niña pequeña condos tipos desconocido?. Nos damos cuenta del grandioso y grandísimo acto de confianza? La verdad es que esto me llegó al alma, el hecho de pensar que aún podemos confiar en la gente, quizás podemos dejar partir esa mosquita cojonera que se instala detrás de nuestras orejars sembrando desconfianza y recelo contínuo. Evidentemente cuando alguien te demuestra esta cualidad, la capacidad de confiar en el ser humano, sólo puedes tener hacia ellos gratitud. Cómo se te va a pasar por la cabeza el robar algo? No way!
Pasamos una mañana de idilio jugando al solecito con Devon en esta casa de ensueño de Louisville, olvidando las miles de millas que nos quedaban por recorrer rumbo a New Orleans, disfrutando de lo que la vida nos iba ofreciendo en el momento preciso, el manido pero acertado concepto de carpe diem.
Hay que añadir también que se debe desmitificar elconcepto del americano, son verdaderamente buena gente, atrapados en una sociedad que quizás ellos no hayan elegido y en la que les ha tocado vivir. Definitivamente hay gente agradable por todo el mundo.
La moraleja de esta historia es simplemente confía, deja que la gente confíe en ti y así entre todos quizás logremos mejorar un poquitito en mundo en el que vivimos, sí quizás sea naif... pero me gusta creer...

1 comentario:

  1. muy bonita la moraleja. me dejas con una sonrisa de confianza en la humanidad. sobre todo si difundes el mensaje y consigues que alguien desconfiado guarde un poco de esperanza en quien tiene al lado. me alegro de que disfrutes tanto de tus viajes. un beso

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